martes, 22 de mayo de 2012

Toledo y yo

Yo nací en Toledo. 
Es un gran sitio para nacer. Criarse en una ciudad hecha a base del paso de múltiples civilizaciones que han ido dejando sus huellas hace que una se plantee qué puede aportar al trascurso de los hechos.
Puede que yo, una simple estudiante de Bellas Artes no pueda cambiar demasiado el destino de la historia, pero sin embargo ella sí que me ha cambiado a mí.
Me fascina la arquitectura gótica, por ejemplo. San Juan de los Reyes y su majestuosidad a la orilla del río Tajo. 
La Catedral y su "Campana Gorda". Me gustan las obviedades. En la catedral de Toledo hay una campana muy grande, y los toledanos la llamaron "la campana gorda". Alrededor de ella corren multitud de habladurías como que cuando sonó, una única vez, se oyó en Madrid, o que se rompieron todos los cristales de la ciudad, o que hubo embarazadas que abortaron.
La historia toledana está forjada sobre leyendas, cuentos que, como las parábolas bíblicas, explican las circunstancias que llevaron a las culturas que lo han habitado a actuar como lo hicieron. Del mismo modo que la ciudad me ha hecho a mí ser como soy. 

En esta catedral fue donde descubrí el Arte. Donde decidí que yo quería hacer arte, que quería dedicar mi vida a deleitar y deleitarme, donde me fasciné por primera vez con la obra de otros. Y es que una niña pequeña que visita este majestuoso templo se siente sobrecogida aunque no tenga afianzadas sus creencias religiosas.
Un templo religioso como es la catedral acompaña a la reflexión sobre cualquier inquietud que uno tenga. Gusto de visitarlo no para rezar, o hablar con mi Dios si es que lo tuviere, voy a pensar. ¿En qué? En lo que me ocupe en ese momento. Porque los techos altos, las bóvedas y los arcos son templos para el pensamiento, el recogimiento, la reflexión. Y cómo no voy a disfrutar de ello teniéndolo cerca. Mi casa no está en Toledo, Toledo es mi casa.

Por culpa de, o gracias a, ser de donde soy, no me gusta vivir en ciudades impersonales, o sitios que no cuenten con un largo pasado. En parte por esto es por lo que me siento a gusto en Granada. Otra ciudad en la que puedo encontrar un bagaje histórico tan solo dando un paseo por sus calles. 
No me paro a pensar en la Catedral de Granada porque, personalmente, no me gusta el edificio. Los sitios para pensar en Granada son los miradores. Y ahí es donde me siento más cerca de Toledo y donde puedo pensar en aquello que me corroe.




Fotografía 1: Julia Martín Calvo. Catedral de Toledo.
Fotografía 2: Antonio Javierna Martín García. Alhambra.

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